martes, 19 de octubre de 2010

El coloso

Hace 100 años el gobierno a cargo del presidente Porfirio Díaz inauguró diversas obras con motivo del centenario de la Independencia. El Ángel, algunos monumentos del Paseo de la Reforma; diversas plazas públicas, museos, teatros y esculturas eran develados a lo largo y ancho del país. Se comenzaba también la construcción del Congreso y Teatro Nacionales. El modernismo afrancesado predominó en el diseño arquitectónico; México recibía el siglo XX de la mano de un estadista, un hombre formado en los campos de batalla que trajo orden y progreso a un país bárbaro y mancebo. La filosofía positivista se dispersaba por entre la cúpula del poder, era un gobierno ilustrado a base de teorías modernistas, que después de décadas de inestabilidad política y social, logró un verdadero milagro económico de la mano de Limantour. El país era ya un ejemplo por entre los países emergentes y a pesar de poseer un gobierno centralista y desigual, no distaba mucho de las naciones vecinas que hacía poco habían sido liberadas del flagelo de la independencia y la guerra civil. Los derechos humanos comenzaban a germinar, así como la igualdad y justicia social, que yacían como recuerdos de ideales pasados, y eran no más que un marco teórico de filósofos americanos y europeos

La obsesión de Díaz por crear un estado nacionalista no distaba mucho de la fiebre internacional por crear naciones. La idea era básicamente sembrar en los habitantes un sentido de pertenencia y darles una excusa para morir absurdamente.

Analizar si los procesos revolucionarios de nuestra historia realmente han servido a los fines para los que fueron idealmente realizados estriba en la obviedad, la conquista, la independencia, la revolución mexicana, enarbolan una posta libertadora dirigida por turbios intereses personales, los de las masas han sido relegados por la voluntad de unos cuantos, es la historia de México y la humanidad.

Una crisis existencialista y el contacto con un muerto en una sesión espiritista, fue el pretexto perfecto para crear en Madero una obsesión desmedida por el poder y vender utopías a las masas.

La revolución mexicana fue una pérdida absurda de tiempo y dinero; la efervescencia revolucionaria, el hartazgo de pobreza y la sed de justicia social que invadía al pueblo mexicano era la misma rama del instinto famélico que paralelamente gestó la bolchevique. Madero no poseía la oratoria de Lenin, mucho menos la teoría de Marx o el instinto político de Mao. El gran héroe-víctima de la revolución mexicana fue un junior educado en el extranjero que era ajeno totalmente a la realidad nacional, sus actos heroicos fueron solo caprichos.

El Siglo XX transcurrió de la mano de un partido germinado con ideales socialistas. Hubo progreso y crisis. Sin embargo la corcova de corrupción, etnocentrismo y nacionalismo exacerbado poco a poco fue deformando al país, hasta llegar a convertirse en lo que hoy conocemos.

La democracia, que como tal no existe, no hace más que vislumbrar que el orden mundial ha sido y estará en manos de los grandes capitales. En 2006 y al más puro estilo virreinal, un hombre netamente de derecha "asciende" al poder a base de calumnias contra una figura falsa, mediática y mediocre. El político con acento exagerado que fue gestado en los medios, era destruido por los mismos.

Los proyectiles-pánico de crisis económica, violencia, desempleo y mal gobierno que fueron detonados desde juntas de mercadotecnia política eran para 2010 una realidad tangible. Al presidente de mano firme le salió el tiro por la culata.

El gobierno teocrático de Felipe Calderón sabedor de lo voluble que es el pensamiento del mexicano promedio, busca cambiar la historia demeritando héroes y enalteciendo villanos, haciendo uso de los medios de comunicación a su alcance. Poco le falta para lograr su perverso cometido, pues la mayoría de sus súbditos ignora el concepto de conciencia histórica, por lo que les será fácilmente enaltecer la figura de Hernán Cortés o asumirse como peninsulares guadalupanos.

El eje de los festejos del centenario fue el Ángel de la Independencia; en este año, fue El Coloso y ante su grotesca figura no puedo dejar de preguntarme: Quién es? Qué representa? Qué valores plásticos posee? Dónde está? Será exhibido de nuevo? ....?

Cómo justificar a la generación futura de mexicanos la inversión desmedida en un espectáculo patético infestado por un nacionalismo falso e hipócrita. Cómo justificar el papel impávido e influenciable de muchos mexicanos que buscan hacer propia una celebración que les es completamente ajena?

Para los "festejos" de la Revolución y al mas puro estilo de Disney, dos marionetas gigantes, de un hombre y una niña (wtf??) caminarán por entre las personas en un desfile militar.

Al pueblo pan y circo.


domingo, 9 de mayo de 2010

El último emperador

Tres reverencias eran necesarias para acercarse al emperador Moctezuma, “Oh señor, mi gran señor, mi excelentísimo señor”, ante su presencia las prendas de los visitantes eran cambiadas por otras de menor valía y estos en ningún momento podían verle a los ojos sino a los que “traía” en los pies, antes de retirarse estaba prohibido darle la espalda y lo hacían de frente mirando siempre al suelo.

Moctezuma Xocoyotzin, el heredero de dinastías nómadas que siglos atrás limpiaron su sangre nómada emparentándose con la estirpe tolteca (relegando al penacho chichimeca y cambiándolo por la diadema de turquesa) como queriendo negar su pasado nómada, era según los cronistas un hombre severo en la mirada, delgado, con el cabello hasta debajo de las orejas, barba con “pocos pelos muy negros”, tendría unos cuarenta años cuando fue conocido por los españoles, casado con dos esposas legítimas y poseedor de muchas mujeres como amigas, fue un valeroso guerrero educado desde joven para ser dirigente que obtuvo éxitos considerables en sus campañas militares en Ahuizotl y una vez que asumió el poder del imperio era temido y admirado, no solamente por su cercanía a los dioses sino por la severidad de sus decisiones.

Al emperador diariamente se le cocinaban cerca de 300 platillos de los cuales seleccionaba hasta 10 e ingería pocas porciones de los mismos, nadie podía verle mientras comía pues era oculto con un tipo de biombo, acompañaba sus alimentos comúnmente por una bebida hecha a base de cacao y curiosamente la carne de jóvenes mancebos era uno de sus manjares predilectos; al terminar de comer fumaba tabaco, algo que desconcertó a los españoles.


Moctezuma fue un líder precavido que actuó con suspicacia, los presagios y las supersticiones le blandieron la mano muchas veces para asesinar a los españoles, si alguien es responsable de la existencia de México como tal es él

Moctezuma tenía conocimiento de la existencia de hombres blancos y severos en las Antillas, así como de su pronto arribo a Punta catoche en Quintana Roo, los mensajeros del emperador le comunicaron la llegada de estos hombres por medio de una vasta red de mensajeros que se extendían por el imperio. En una ocasión el bastión del imperio envió pintores para dibujar a los españoles en lienzos y mostrárselos a Moctezuma, cuando los españoles llegaron a Tenochtitlán, fue grande su sorpresa al ser presentados con un indígena que tenía un gran parecido físico a Cortés y como le mostraron un casco y espada de sus tropas.

De los grandes mitos del virreinato son la existencia de presagios que preveían la llegada de los españoles y aún cuando existe una gran controversia a este respecto, la verdad es que la asociación de su arribo con el mito de Quetzalcóatl es cierto, pues este se extiende por toda Mesoamérica y a pesar de las desvirtuaciones al mismo que van de la martirización y espiritualidad admirables, a manchas autoinfringidas por un quebranto incestivo que derivan en huída y penitencia para subsanar su daño para después partir y quizá regresar, el mito mexica señala que este bajó al inframundo donde se autosacrificó en Mictlán para dar origen al hombre en un noble acto de comunión

Moctezuma fue un líder precavido que actuó con suspicacia, los presagios y las supersticiones le blandieron la mano muchas veces para asesinar a los españoles, si alguien es responsable de la existencia de México como tal es él, su cautela militar no pudo vislumbrar la revuelta que se avecinaba y es que el emperador cambiaba de parecer súbitamente, como las tres veces que aconteció en Cholula donde fueron hospedados los españoles en tregua para ser ejecutados, pero por salvar la vida de Marina al ser reconocida como propia en un acto noble y subversivo de la esposa del cacique, es después aprehendida en reprochable traición, salvando su vida pero entregando las de millones. La caída del emperador más emblemático es un espejismo de conquista que enmascara una gesta revolucionaria originada por la mitificación de un tiempo de oscurantismo.

domingo, 4 de abril de 2010

Un pueblo milenario.


No es posible comprender a la sociedad prehispánica sin analizar su religión, por ser parte de su tiempo la concepción mitológica del mundo derivó en prácticas rituales que no solo en América caracterizaron a la sociedad antigua, los cronistas españoles acertadamente la señalaron como un solo culto plagado de particularidades geográficas.
La cultura olmeca, de quienes sabemos muy poco por la ausencia de restos orgánicos que se desvanecieron por la humedad de su geografía y cuyo legado es difícilmente distinguible, fue la madre de todas las civilizaciones mesoamericanas, su nombre fue acuñado por los mexicas e historiadores le atribuyeron el término de originaria, pues de esta se desprendieron las migraciones que poblarían parte del altiplano, centro y sur de México, fueron estos los creadores de la clásica visión antropogénica prehispánica que subsistió hasta el posclásico, heredaron a sus descendientes el mito de Quetzalcóatl, así como el probable inicio de la tradición sacrificial, el canibalismo y las danzas con pieles humanas.



"El devenir del tiempo renacía con la renovación de un nuevo ciclo"

El simbolismo expreso en las representaciones artísticas mesoamericanas las dotaba de un de un profundo sentido religioso, sus estelas cuentan historias de cruentas batallas, la vida de gloriosos gobernantes eran enaltecida como arquetipos de valía y coraje, la caída de los vencidos es laureada en ritos sacrificiales que quedan plasmados en diversas manifestaciones inspiracionales que reafirmaban su cosmovisión del mundo.
El valor fetichista de su religión era una práctica común, no es de sorprender el hecho de que al arribo de los españoles, quienes con turbia desfachatez destruían templos e ídolos ante la actitud pasmada de los indígenas, fácilmente les hiciera renegar por la inacción de sus dioses o reclamar el amparo que antes les protegía, fueron estos sin duda, factores primordiales en la aceptación del catolicismo y aceleradores de la conquista.
El carácter moral del indígena estaba cimentado en el respeto inculcado por los padres y en el valor de sus enseñanzas, la religión mesoamericana no necesariamente participaba en dicha tarea pues sus labores eran la de perseguir los arquetipos de las deidades y la consecución de valores universales como la valentía, el coraje y el sacrificio. La familia era desde entonces el semillero principal del carácter del indígena que en algunos casos aún persiste. A continuación señalo algunos ejemplos rescatados de exhortos mexicas a sus hijos:

"Hijo mío. Has salido de tu madre, como el pollo del huevo, y creciendo como él, te preparas a volar por el mundo, sin que nos sea dado saber por cuánto tiempo nos concederá el cielo el goce de la piedra preciosa que en tí poseemos; pero sea lo que fuere, procura tú vivir rectamente. Reverencia y saluda a tus mayores, y nunca les des señales de desprecio. No estés mudo para con los pobres y atribulados; antes bien date prisa a consolarlos, con buenas palabras. Honra a todos, especialmente a tus padres, a quienes debes obediencia, temor y servicio. Guárdate el imitar el ejemplo de aquellos malos hijos, que a guisa de brutos, privados de razón, no reverencian a quienes les ha dado el ser, ni quieren someterse a sus correcciones: porque quien sigue sus huellas, tendrá un fin desgraciado y morirá lleno de despecho, o lanzado en un precipicio, o en las garras de las fieras."

"Cuando te pongas en la mesa, no comas a prisa, ni des señales de disgusto si algo no te agrada. Si a la hora de comer viene alguno, parte con él lo que tienes, y cuando alguno coma contigo, no fijes en él tus miradas."

"Cuando te den alguna cosa, acéptala con demostración de gratitud. Si es grande, no te envanezcas; si es pequeña, no la desprecies; no te indignes ni ocasiones disgusto a quien te favorece. Si te enriqueces, no te insolentes con los pobres y con los humildes; pues los dioses que negaron a otros las riquezas para dártelas a tí, disgustados de tu orgullo, pueden quitártelas para dárselas a otros. Vive del fruto de tu trabajo porque así será más agradable el sustento. Yo hijo mío, te he sustentado hasta ahora con mis sudores y en nada he faltado contigo a las obligaciones de padre; te he dado lo necesario sin quitárselo a otros. Haz tú lo mismo."

"No hurtes ni te des al robo, pues será el oprobio de tus padres, debiendo más servirles de honra en galardón de la educación que te han dado. Si eres bueno, tu ejemplo confundirá a los malos. No más hijo mío: esto basta para cumplir las obligaciones de hijo. Con estos consejos quiero fortificar tu corazón. No los desprecies, no los olvides, pues de ellos depende tu vida y toda tu felicidad."

Las ciudades prehispánicas denotan claramente amplios conocimientos arquitectónicos y de ingeniería que vinculaban sus elevaciones principales con el cosmos. Sus basta consciencia de los ciclos solares, lunares y estelares se relacionaban con sus construcciones reafirmando un carácter ritual que confirmaba señoríos y endiosaba gobernantes. Sus altos edificios se activaban en un espectáculo cósmico que fusionaba el tiempo cíclico conformado por dos calendarios uno temporal y otro ritual. El devenir del tiempo renacía con la renovación de un nuevo ciclo gracias a la sabiduría de los sacerdotes o “papas”, nombrados así por Bernal Díaz del Castillo por el uso de largas vestiduras blancas comúnmente manchadas de sangre, poseían estos religiosos el cabello hasta la espalda baja y un cruento hedor a muerte les acompañaba siempre, sobre todo en el pináculo de los cues o area ritual. Practicantes habituales de la sodomía, eran los encargados sacrificar a los cautivos que previamente sedados, en un acto de penitencia regenerarían los ciclos y complacerían las demandas para restablecer el orden universal. A pesar del error de sus prácticas, nunca estuvieron equivocados con la estructuración del tiempo, la renovación de los ciclos es una de las verdades olvidadas por la cultura occidental que debiera ser retomada, para entender nuestra temporalidad en el mundo y para mejor vislumbrar momentos futuros.
La agricultura, el comercio y la guerra fueron los pilares de la economía, esta última sin duda de las más fructíferas pues favorecía el esplendor de los pueblos acrecentando sus riquezas por medio del tributo. El sincretismo cultural, había amalgamado el carácter social del indígena mesoamericano gracias a los intercambios comerciales y a la conquista por otros pueblos, de esta forma podemos encontrar influencias toltecas en el área maya, mexicas en el área totonaca, teotihuacanas en el área mixteca, etc., esta unión solo pudo darse con el paso generacional matizando el carácter cultural del indígena, haciéndolo más afín, pero también más único.
Estudios sociológicos de descendientes del área totonaca en el Tajín, dan fe de una sociedad monárquica y teocrática estructurada en comunas sociales, donde la distribución y especialización de las tareas conformaban una sociedad urbana jerarquizada, cada hombre y mujer formaba un papel preponderante en el desarrollo de la comuna. El concepto de Altépetl, cuyos orígenes se remontan al esplendor olmeca extendiéndose al posclásico mexica, persistió hasta el Siglo XVI en la colonia donde sufrió mutaciones graduales hasta la implementación docta del cabildo español que fue reinventado bajo el entendimiento indígena con el que encontró diversas asociaciones.
Gran parte de la historia prehispánica ha sido desdibujada por el tiempo y la conquista, aún así innumerables tradiciones culturales y creencias persisten hoy en día, en un sincretismo que derivó en una amalgama cultural de la que hoy formamos parte, interesante sería el autoanalizarnos para vincular esos epítomes del pasado con nuestro presente, estoy seguro que los ancestros y su huella sobrepasarán nuestro mapa genético, señalándonos con demasía el camino de su andanza.

viernes, 2 de abril de 2010

Un pueblo sometido.


De camino a la ciudad de México, una caravana de españoles vislumbró un cue gigante y blancuzco que sobresalía por entre la espesura de la selva que después llamaríamos Veracruz, los europeos otorgarían a dicha elevación el título de Castilblanco en memoria de la ciudad ibérica que honraba su parecido, era obvio que buscaran entender el mundo que les rodeaba y lo asociaran con el que cargaban en la memoria; y es que la visión de un conquistador adecúa las cosas a sí mismo y no al revés, las nuevas tierras después serían bañadas con sus creencias, casi todo sería renombrado conforme a sus apelativos, el motor principal de su andanza sería la ambición y apetencia de riquezas que más tarde dejaría entre sus pasos un manto sangriento de destrucción y tiranía. Con su arribo a Mesoamérica se encontraron con un pueblo tributario, matizado y disperso que parecía uno solo, dividido territorialmente pero unido por el rencor al sometimiento, un ansia libertadora se ocultaba temerosa. Bernal Díaz del Castillo narra que en Cempoal fueron recibidos por el cacique gordo, quién estalló en lágrimas al recordar el suplicio de su pueblo, se vislumbraba ya un terror generalizado, descubriendo una brecha oportuna para que la minoría que les conformaba se acrecentara en cantidad por dicho sentimiento y surgiera así el primer pacto revolucionario de nuestra historia.

Los mexicas, amos y señores cuyos dominos se extendían a gran parte de Mesoamérica, eran dadores de vida, el germinar del tiempo yacía en el filo de su obsidiana, dioses de sus dioses, los requisidores de tributo se desplazaban con orgullo y soberbia por entre el basto señorío, eran embajadores del imperio, amos del terror, parteros de la muerte. La brutalidad y el encono de su milicia, había solapado la existencia de pueblos no afines con quienes mantenían tensas relaciones, como los tlaxcaltecas y taráscos, amurallados y cercados por basallos al imperio, subsistían como suministro de prisioneros en batallas rituales llamadas guerras floridas. Sin embargo ejemplificar el yugo por el que vivían los pueblos sometidos es algo difícil de imaginar, la brutalidad de un pueblo guerrero no puede ser entendida sin el esplendor de su civilización mucho menos negando el orden social que imperaba; las tierras comunales, el funcionamiento de un estado monárquico de bases teocráticas y una jerarquía estrictamente lineal que formaba un orden colectivo, ejemplo pulcro de brillante administración y profunda consciencia social, echa por tierra la satanización y el maniqueísmo de la perspectiva conquistadora, pues el ciclo mismo de su historia era repetido en diferente lugar y tiempo.


"Analizar si los procesos revolucionarios de nuestra historia realmente han servido a los fines para los que fueron idealmente realizados estriba en la obviedad, la conquista, la independencia, la revolución mexicana, enarbolan una posta libertadora dirigida por turbios intereses personales, los de las masas han sido relegados por la voluntad de unos cuantos, es la historia de México y la humanidad"
Hernán Cortés, personaje altamente anacrónico por la conveniencia de Bernal Díaz del Castillo, quien por intereses comunes enalteció su liderazgo relegando el de muchos otros, es referido como el artifice de los pactos que llevaron a su victoria y a pesar que no puede ser juzgado por ser parte de su época, nunca fue ni será un héroe, la conquista de México debe entenderse como un proceso revolucionario, ya que esta jamás hubiera sido posible sin la contribución de los indígenas en la gesta, un proceso de liberación orquestado a base de traiciones y engaños que al ser consumada aclaró la faz de la tiranía, el yugo había cambiado de manos, la esclavitud y el sometimiento persistirían; Retirada la benda revolucionaria de sus ojos, otro mundo se abría ante los indios, una mutación ocurriría por la divergencia y convergencia de realidades. Decapitados sus dioses, cubrieron sus mentes un cobijo que diera un sentido a su existencia, fue sin duda una imposición menos por convicción que por conformismo, todo aquel que se resistiera al cambio sería exterminado y es que la nueva religión representaba una alternativa menos brutal a las prácticas acostumbradas, las ofrendas eran menos sangrientas, el sincretismo fue lento y la fusión es un rastro hasta ahora palpable.
Una vez más el indio había caído en las manos equivocadas, su ingenuidad e ilusiones vanas acrecentaron su complejo de inferioridad, una esclavitud autoinfringida de pensamiento reafirmó su carácter de hombre falso, de aquel que busca que le guíen, que le digan qué pensar, cómo actuar, dónde caminar. La mediocridad se traspasaría por sus poros, hediondez de la esclavitud y el conformismo milenario, la falta de unión y liderazgo, antítesis de su esencia es la causa principal de sus problemas, el indio es así porque quiere serlo, porque hasta nuestros días persiste y cierra caminos para no abrirse el suyo, es un esclavo de sí mismo, no es un ser de guerras, es un ser en paz sin paz y es que su multiplicidad sobrepasaba la fracción conquistadora, quien a pesar de poseer armas de mayor calibre, su mejor estoque fue por la afable disposición al sometimiento indígena, la mansedad de su bravura iluminaba ya sus espadas desenvainadas.
Analizar si los procesos revolucionarios de nuestra historia realmente han servido a los fines para los que fueron idealmente realizados estriba en la obviedad, la conquista, la independencia, la revolución mexicana, enarbolan una posta libertadora dirigida por turbios intereses personales, los de las masas han sido relegados por la voluntad de unos cuantos, es la historia de México y la humanidad.
No es nuestro papel el discriminar el pasado pero pareciera que la consciencia histórica es nula, porque esta se ha repetido en diferentes capítulos y somos aún testigos del alba de sus destellos, nuestro sometimiento como pueblo parece ser incesante, por eso hoy levanto mi dedo no para juzgar victimarios ni señalar víctimas, sino culpables, culpable tú, yo, culpables todos, culpable el indio, el mestizo, el criollo, culpable el mexicano que a final de cuentas es uno mismo.

domingo, 7 de febrero de 2010

¿Aún hay algo por celebrar?



México, un país inmerso en un pragmatismo milenario, conmemora 200 años del inicio de la gesta independentista y 100 del comienzo de la revolución mexicana en medio de una crisis económica acrecentada por la ineficacia de un gobierno inepto, que buscando someter, ha hecho uso de las más sucias tretas de dominio social sembrando el terror con una guerra desorganizada de victorias ríspidas y paralizando un estado con el engaño de un virus inexistente.
La sociedad mexicana contemporánea en general, es víctima de una dictadura mediática con destellos exacerbados que dictan criterios y favorecen opiniones. El tamaño de los problemas nacionales ha sobrepasado la envergadura del gobierno y la voluntad de un pueblo estancado, donde el fenómeno cangrejista expreso en todos los niveles hace risible los ideales que dieron fruto a la construcción del estado y quedan plasmados tan solo como recomendaciones de un ideal malogrado.
El periodo histórico del que somos participes nos enmarca en un proceso reflexivo de nuestro momento y destino, para ser libres hay que tener capacidad de elección, hay que dominar dicha tarea; es necesario despertar en nosotros una consciencia histórica para poder construir puentes hacia un mejor mañana, es tarea de todos, no de los políticos, no de los medios; llegó la hora de analizar nuestra tarea en la construcción, de abatir pensamientos caducos, de una nueva revolución, de consciencias, de iniciar un movimiento asequible en nuestras vidas que nos libere de un yugo generacional, de un pensamiento mediocre, hasta que podamos desprender el hedor de una desgracia autoinfringida, hasta que podamos oler la verdadera sensación de libertad.