domingo, 7 de febrero de 2010

¿Aún hay algo por celebrar?



México, un país inmerso en un pragmatismo milenario, conmemora 200 años del inicio de la gesta independentista y 100 del comienzo de la revolución mexicana en medio de una crisis económica acrecentada por la ineficacia de un gobierno inepto, que buscando someter, ha hecho uso de las más sucias tretas de dominio social sembrando el terror con una guerra desorganizada de victorias ríspidas y paralizando un estado con el engaño de un virus inexistente.
La sociedad mexicana contemporánea en general, es víctima de una dictadura mediática con destellos exacerbados que dictan criterios y favorecen opiniones. El tamaño de los problemas nacionales ha sobrepasado la envergadura del gobierno y la voluntad de un pueblo estancado, donde el fenómeno cangrejista expreso en todos los niveles hace risible los ideales que dieron fruto a la construcción del estado y quedan plasmados tan solo como recomendaciones de un ideal malogrado.
El periodo histórico del que somos participes nos enmarca en un proceso reflexivo de nuestro momento y destino, para ser libres hay que tener capacidad de elección, hay que dominar dicha tarea; es necesario despertar en nosotros una consciencia histórica para poder construir puentes hacia un mejor mañana, es tarea de todos, no de los políticos, no de los medios; llegó la hora de analizar nuestra tarea en la construcción, de abatir pensamientos caducos, de una nueva revolución, de consciencias, de iniciar un movimiento asequible en nuestras vidas que nos libere de un yugo generacional, de un pensamiento mediocre, hasta que podamos desprender el hedor de una desgracia autoinfringida, hasta que podamos oler la verdadera sensación de libertad.