
La sociedad mexicana contemporánea en general, es víctima de una dictadura mediática con destellos exacerbados que dictan criterios y favorecen opiniones. El tamaño de los problemas nacionales ha sobrepasado la envergadura del gobierno y la voluntad de un pueblo estancado, donde el fenómeno cangrejista expreso en todos los niveles hace risible los ideales que dieron fruto a la construcción del estado y quedan plasmados tan solo como recomendaciones de un ideal malogrado.
El periodo histórico del que somos participes nos enmarca en un proceso reflexivo de nuestro momento y destino, para ser libres hay que tener capacidad de elección, hay que dominar dicha tarea; es necesario despertar en nosotros una consciencia histórica para poder construir puentes hacia un mejor mañana, es tarea de todos, no de los políticos, no de los medios; llegó la hora de analizar nuestra tarea en la construcción, de abatir pensamientos caducos, de una nueva revolución, de consciencias, de iniciar un movimiento asequible en nuestras vidas que nos libere de un yugo generacional, de un pensamiento mediocre, hasta que podamos desprender el hedor de una desgracia autoinfringida, hasta que podamos oler la verdadera sensación de libertad.